Twitter nace como una alternativa organizada para enviar mensajes cortos del tipo SMS a una comunidad, pasa por una etapa de relato diario de vivencias personales, se convierte rápidamente en microblogging y se vuelve una trinchera de discusiones y Speakers' Corner virtual.
Quizás por eso los 140 caracteres iniciales quedaron cortos, se duplicó el largo de los mensajes, y se habilitaron los hilos. Pero la imagen siempre fue algo secundario en Twitter, al punto que algún intento de hacerla protagonista fracasó en el pasado.
Esta red, nacida como herramienta de coordinación de movilizaciones de masas, es también una plataforma de publicidad, así que Twitter no se quedará como una app de nicho para quienes nos gusta "opinar". Incluso ya han sido varios los casos de conflictos con los usuarios.
Las plataformas de "redes sociales" segmentan públicos, en base a sus interacciones y su objetivo es retener audiencias para poder vender tuits patrocinados, y eso explica por qué aparecen los "fleets".
La retención de audiencias parece estar centrada en la variedad de contenidos, cortos y efímeros. Requieren menor atención a cada uno de ellos individualmente, simplifican su producción y generan comportamientos adictivos. Nada nos parece relevante, per se, y vamos al siguiente.
Snapchat fue clave para este enfoque contrario al tradicional de registro histórico. Fue el culto a lo fugaz y le enseñó a los adolescentes que podían publicar y que no fuera eterno. O al menos que no lo fuera para los usuarios que acceden a las publicaciones.
Instagram basó su éxito en estas premisas, al centrarse en las imágenes, aprovechar las mejoras tecnológicas de las cámaras, el uso de los filtros, el culto al ego y la magia adictiva de los memes.
Las historias de Instagram (que se replicaron a Facebook, y que también adoptó Linkedin), tienen una característica fundamental: nacen con vencimiento. Esto hace que se suban y se consuman más (pues desaparecen rápidamente). Cada usuario necesita agregar más contenido para estar presente (ser).
Cada usuario necesita consumir mas contenido, ya que siempre hay cosas nuevas para ver, son cortos, y con un simple movimiento, las historias aparecen una tras otra.... y cada tanto: Publicidad.
Twitter se suma a esto, que también es lo que puso a TikTok en la cima y a muchos nos resultaba inexplicable. Es el reinado del meme, del contenido producido rápidamente, del chiste fácil, de la adicción. Pequeñas píldoras sin sabor, pero que se toman una tras otra.
La lucha de las plataformas de redes sociales es por nuestra atención, y en eso la imagen es reina absoluta y despiadada.
Agrego como corolario el desafío para la educación: en un mundo virtual tan veloz y efímero, ¿cómo producir contenidos que compitan por este tipo de atención tan demandada por los nuevos grandes medios de comunicación? ¿Cómo provocar reflexión y análisis profundo?
Este año fue muy especial por los riesgos asociados al Covid-19, y tuvimos que dictar casi todos los cursos del posgrado a través de video conferencia, pero no se trató de una propuesta académica a distancia, sino una salida alternativa para dar continuidad en el contexto de la crisis.
El próximo año, por primera vez, atenderemos una demanda que teníamos pendiente de profesionales radicados fuera de Montevideo, que no podían acceder al posgrado porque las clases se dictaban de manera presencial y con una alta carga horaria distribuida en la semana.
Estamos haciendo la apertura de dos ediciones simultáneas del Posgrado en Sistemas para el 2021: una tradicional presencial, y otra completamente a distancia exclusivamente para profesionales que residan fuera de Montevideo.
En esta nueva propuesta el dictado de clases en vivo en horario vespertino será completamente a distancia, con actividades complementarias asincrónicas, e instancias presenciales muy puntuales. Los cursos seguramente tendrán algunas variantes en relación al programa presencial, para ajustarnos a los contenidos que mejor se adaptan a esta modalidad.
Comparto aquí este texto y video producidos por estudiantes de quinto año de secundaria.
Decidimos plantear este tema ya que nos parece un tópico de suma importancia, aunque del que hay muy poca visibilización acerca de su situación. Desde muy pequeños poseemos un prejuicio establecido acerca de las cárceles y los comportamientos que se generan dentro de ellas, aunque no es muy común cuestionarnos si esta imagen es errónea y, en caso de no serla, el por qué de esta situación. Mediante este informe nos propusimos intentar deconstruir esta imagen y exponerle a nuestros compañeros lo averiguado para que también logren despegarse del prejuicio en cuestión, con la finalidad idealmente que las nuevas generaciones posean mayor conciencia sobre la situación y erradicar el estigma que rodea a los centros penitenciarios.
Las unidades de internación están ubicadas en distintos puntos del territorio nacional y operan en establecimientos urbanos, suburbanos y rurales. La arquitectura penitenciaria de algunos de estos centros es de larga data, por lo que en varios casos no cumple con condiciones mínimas de habitabilidad y donde el número de presos supera ampliamente la cantidad de plazas disponibles, generando hacinamiento carcelario. Uruguay es uno de los países de Sudamérica con mayor número de reclusos por habitante, y presenta la segunda tasa más alta de encarcelamiento de este continente. Como resultado de la cantidad masiva de prisioneros, la situación se ha vuelto insostenible: escasa habilitación laboral, poca salud en los establecimientos y niveles de violencia, son algunos de los rasgos preocupantes de las cárceles uruguayas. Si bien existen algunos avances, el sistema penitenciario no logra recuperarse de una disfunción básica: las cárceles uruguayas no habilitan ni rehabilitan. Los reclusos saben que, una vez cumplida la condena, sus posibilidades de reinserción social son difíciles y escasas.
Una de las muchas situaciones preocupantes que ocurren dentro del sistema carcelario es la excesiva violencia, siendo el punto más alarmante, la cantidad de muertes que suceden.
Como criticamos anteriormente en las causas de muertes naturales, las unidades penitenciarias padecen serios problemas sanitarios: altos niveles de coinfección por tuberculosis y VIH, consumo masivo de drogas, pacientes psiquiátricos sin tratamiento o este inadecuado, entre otros. La conservación de la salud también se ve afectada por la mala alimentación de los reclusos. Según el informe de Álvaro Garcé, existe la obligación de que el personal médico debe inspeccionar la dieta de los internos y asesorar al director del establecimiento al respecto, pero está incumplida en todos los establecimientos carcelarios del Uruguay. Este problema se ve agravado por la falta de transparencia en los mecanismos de control interno, asignación y distribución de las partidas de gasto.
Los servicios de salud de los principales complejos penitenciarios no dependen de ASSE. Estos centros cuentan con policlínicas que corresponden al primer nivel de atención, por lo que las asistencias de segundo y tercer nivel requieren el traslado del interno a un centro hospitalario fuera del complejo. Este traslado, así como su admisión y tratamiento, genera serias dificultades de coordinación con especialistas para tratamiento de enfermedades crónicas, atrasando la debida prestación de asistencia. Por otro lado, las agresiones hacia médicos, han llevado al personal a rechazar situaciones de emergencia en repetidas oportunidades.
Las carencias jurídicas y de gestión impiden que las cárceles uruguayas puedan habilitar a los reclusos para que se reinserten en la sociedad. El sistema penitenciario uruguayo no es capaz de proveer a los internos patrones de conducta necesarios para no volver a incurrir delitos. Menos de la mitad de los reclusos trabaja (dentro o fuera de la cárcel) durante el período de privación de libertad. Uno de cada diez reclusos trabaja y estudia; y dos tercios vuelve a delinquir.
Los centros penitenciarios pueden generar en su interior actividades pagas y sin paga, pero a pesar de esta independencia en el ámbito laboral, la mayoría de los privados de libertad no accede a este derecho. En 2017, según el MI, hubo un total de alrededor de 4mil personas privadas de libertad trabajando, dentro o fuera de las cárceles. De este total un cuarto recibe dinero por la actividad realizada.
A partir de la privación de libertad la persona inicia un proceso de tres etapas diferenciadas: internación, pre egreso y transición. La primera etapa comienza inmediatamente cuando la persona es procesada por prisión. Se encuentra a cargo del INR y es ejecutada a través de los operadores penitenciarios de cada unidad de internación. Una segunda etapa ocurre en el período previo al egreso y está a cargo del INR, en coordinación con la DINALI. En la última etapa interviene exclusivamente la DINALI, operando en todo el territorio a través de sus Oficinas. Uno de los principales desafíos de las políticas de habilitación, sobre todo en la última etapa, es el estigma que acompaña a quienes egresan del sistema penitenciario. Influye muchísimo como cada uno de nosotros reacciona ante una persona que estuvo anteriormente presa. Esta vista que se le da hacia los presos influye muchísimo en cómo afecta la reinserción en la sociedad misma.
Como bien dijimos en un principio del informe, existe una problemática que es consecuencia de las criticadas anteriormente, la cual es la casi nula rehabilitación que existe sobre los privados de libertad dentro del sistema carcelario de nuestro país. Denisse, nos explica que “...las cárceles están en un continuo reventar desde hace muchísimo tiempo, y, en realidad, es difícil pensar si está existiendo una mejora, (...) no es una cuestión que cambiaría de la noche a la mañana si se sigue administrando de la misma manera. (...)”. Al seguirse implementando las mismas medidas para cada vez más personas, la violencia y el mal diálogo entre los mismos presos o con los funcionarios, son consecuencia de la poca rehabilitación que existe dentro. La coordinadora también nos relata que “... vivimos el trayecto de muchas personas desde la adolescencia a la adultez a través del sistema penitenciario, porque los vimos en las cárceles de adolescentes, y ahora los volvemos a ver en las cárceles de adultos; y eso genera una cuestión muy fuerte porque se ve claramente el impacto del encierro”. Está situación es un claro ejemplo de lo hablado, ya que se terminan generando aún más causas a cometer delitos dentro de las propias cárceles.
Luego de haber indagado y profundizado en este tópico, llegamos a la conclusión de que se debería hacer mucho más visible lo que ocurre dentro de las cárceles y llevar el tema a una discusión sobre seguridad y sobre política criminal. Evidenciamos las numerosas problemáticas que rodean a la situación carcelaria y concluimos que como ciudadanos en particular, existen limitadas acciones que podemos tomar en lo referente a este tema: lo que podemos aportar se encuentra en la erradicación del estigma que existe sobre las instituciones y sobre los ex-reclusos ya rehabilitados. El cambio de perspectiva sobre la mirada que se le da a estos puede ayudar a incrementar de manera muy significativa su correcta reinserción en la sociedad.
[Texto y video elaborado por Lara Budiño, Agustín Fernández y Abril Viera en el marco del curso de Educación Ciudadana a cargo de la profesora María del Verdum Irigoye del Colegio y Liceo Santa María - Maristas]