jueves, 28 de marzo de 2019

Pensando en la nube

Hasta hace unos años, eran muchas las personas que declaran abiertamente sus temores al momento de realizar transacciones a través de Internet, poner los datos de su tarjeta de crédito en una web o almacenar su información en la nube.

Ha corrido mucha agua bajo el puente, y hoy nos resulta cotidiano tanto realizar compras en el exterior, cómo hacer el pedido de pizza o realizar transferencias bancarias. Incluso, hemos aceptado que nuestro teléfono esté todo el tiempo conectado para guardar nuestras fotos y para que podamos cambiar de equipo de manera natural sin perder información durante el proceso.

Muchos utilizamos el correo electrónico y otras herramientas de comunicación, a través de servicios de internet, con la misma lógica que en lugar de descargar películas y canciones, preferimos acceder a ellas por Netflix y Spotify.

Todo el tiempo conectados, nos suscribimos a servicios y relegamos aquella vieja necesidad de tener todo en el disco duro de nuestra computadora. Los accesos se han simplificado, hemos aprendido las normas de seguridad en Internet, las plataformas han ganado nuestra confianza y descubrimos el valor agregado de tener todo en la nube.

Incluso a nivel laboral, comienza a generalizarse el uso de Dropbox o Google Drive como repositorios de los documentos de la empresa y herramienta para el trabajo colaborativo en documentos, planillas y formularios.

Es una tendencia global y generalizada, que seguramente se extienda pronto a preferir “usar” que “tener”, incluso en autos, casas, herramientas y cualquier otro bien de uso, identificado desde el teléfono móvil, ubicado utilizando geoposicionamiento, gestionado a través de aplicaciones y pagado con medios electrónicos.

Muchas empresas ya comenzaron también a aplicar esto en sus sistemas informatizados, y en lugar de disponer de servidores propios, salas especialmente acondicionadas para ese equipamiento con respaldos y planes de contingencia propios, apuestan a contratar servicios especializados y acceder a esos sistemas a través de la web.

Los datos están en la nube, en un espacio restringido a los usuarios de la empresa, y con todas las garantías de seguridad, accesibilidad, disponibilidad e integridad de la información.

Pero también se puede ir un poco más allá, y utilizar el software también como un servicio, dejando en manos de expertos la actualización de versiones, la resolución de errores y la creación de nuevas funcionalidades, concentrando a los miembros de la empresa en la creación de valor – utilizando tecnología en lugar de destinar tanta energía en gestionarla.

Los sistemas de gestión como servicios en la nube, no sólo brindan la posibilidad de tener los datos almacenados en la web, con la simplificación de su acceso a través de internet y los importantes ahorros de costos de mantenimiento, sino que también facilitan su gestión.

Actualizar periódicamente los sistemas e incorporar mejoras en los procesos disponibles, se vuelve un flujo continuo a cargo del proveedor del software, potenciando las capacidades de la empresa y la innovación con foco en la propuesta de valor.

[Artículo publicado originalmente en el blog de Invenzis]
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