En ese seminario presenté algunos ejemplos de mensajes falsos que han circulado en Whatsapp, Facebook y Twitter, donde hay algunos elementos característicos que se repiten.
Una mezcla de verdad con mentiras agregadas, contextos que no corresponden, y malos entendidos:
un emisor confiable (el vínculo familiar, el nombre de un colegio, el lugar de trabajo); alguien o algo que agrega confianza (médico, centro de salud, la aduana, la televisión); y un daño contingente cercano (drogas de diseño, gratis, hijos).
Cada persona lo recibe de un amigo, alguien de su confianza que hace propias las palabras que recibió y las transmite tal como le llegan. Por ejemplo: al recibir un mensaje que dice que circulan pastillas de éxtasis en los colegios ("Estás regalando drogas a los niños en la puerta del colegio"), se reenvía sin cambiarle ni una letra. Alguien más lo recibe y cree que es algo que yo experimenté en carne propia, y como sabe a qué colegio van mis hijas, lo reenvía agregando el nombre de la institución. Ahora el mensaje es mas cercano y más potente ("Me cuenta un amigo que están regalando drogas a los niños en la puerta del colegio XXXX").
Además cuando uno recibe un mensaje en servicios de mensajería como Whatsapp, la sensación es que se recibe un mensaje personal, y no algo genérico.
En cuánto al origen, podríamos pensar en: Bromas (páginas de noticias falsas); Malos entendidos (deformación del mensaje); Dinero (generar tráfico a una página de publicidad); Dañar (perjudicar la reputación de una persona o marca); Ideología (crear estados de opinión, para favorecer ciertas ideas), además de otras comunicaciones que pueden estar asociadas a virus informáticos, maleware, phishing, etc.
Una de las claves quizás está asociada a algo que fue identificado en una investigación de la Universidad ORT de 2016: "La mayoría afirma no compartir contenidos sin antes verificar la fuente, y les molesta que los demás compartan noticias en las redes sin verificar si son reales", por lo que es probable que no seamos realmente críticos con los mensajes recibidos, compartiendo cosas que no necesariamente son ciertas.
Para detectarlo mis recomendaciones pasan por desconfiar de los mensajes recibidos (principalmente cuando presentan las características señaladas), verificar si el emisor inicial es confiable, ver hace cuánto que está publicado, qué medios se han hecho eco, qué fuentes cita el artículo, si hay enlaces a las instituciones que se mencionan, si se ha modificado o agregado información respecto a otras publicaciones, y si hay información en sitios especializados como Snopes.
Después de esto, la charla fue para el lado del impacto que pueden tener este tipo de rumores en las empresas y marcas, y cómo la gestión de comunidades virtuales, puede ayudar a detectarlos a tiempo, y combatir las noticias falsas a través de una red de influyentes previamente detectados.
[Fotos: Universidad del Pacífico, GB (cc)]
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