El año pasado experimenté con un curso totalmente a distancia y muy particular: #Reinventate2.0. Un espacio abierto de aprendizaje colaborativo en red, generado desde el Taller de Procesamiento de Datos, Telemática e Informática de la UBA y liderado por Alejandro Piscitelli.
Por allí se encuentran un montón de actividades interesantes de este curso basado en las fortalezas de la web 2.0 (y permite a su vez un análisis de sus debilidades): reflexiones sobre una Universidad sin docentes (Tiscar Lara), la viabilidad o no de un aula 2.0 (Universidad Menedez Pelayo), las plataformas educativas como elluminate (de software propietario y ahora perteneciente a Blackboard enterprise), las ideas innovadoras de la fundación Fraile y Blanco, la creación como una obra derivada, una nueva visión de pizarrón (pizarrón 2.0 como un bigbang), El Maestro Ignorante de Jaques Ranciere, el Proyecto Facebook: ¿Quién es Carlitos?, el bog de Maggie Amundson, y un largo etc (interminable).
Alguien por ahí proponía ver al docente como inversor - alguien que invierte en el potencial de un estudiante - pero también como curador de esos mismos estudiantes que son obras de arte.
Pero también el año pasado participé de El Bazar de los Locos, un libro sobre twitter escrito por varios autores también en una modalidad muy cercana a la web 2.0. Allí mi aporte fueron dos artículos: ¿Para qué Twitter?' y Twitter: una oreja grandota para los negocios, pero hay mucho más por leer sobre esta herramienta.
Sin dudas son varias las cosas que están cambiando, y estamos más 2.0 que nunca.
[Imagen tomada del blog del profesor Monterroso de Estepona]
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